Negrura
Relato corto sobre la muerte...
Mirala,
tan tierna como siempre, con una sonrisa que cautivaría a quien la
mirase y que tan solo con ver la blancura y brillantez de esos lindos
dientes conquistaría hasta el hombre mas casto de la Tierra.
Una
mirada cautivadora. Pupilas color negro que recuerdan a la negrura
del infinito y sobre todo… Su cabello, negro igualmente un color
que te recuerda al sufrimiento, a la desgracia, al pánico, al terror
y a todos los horrores que pasa un condenado a muerte.
Solo
mirala, se ha levantado de la silla donde está y se dirige hacia ti.
Sus pasos son lentos y concisos escuchas el crujir del piso de madera
bajos sus negros zapatos y… La esperas.
A
medida que avanza imágenes sugestivas se apoderan de tus
pensamientos, empiezas a sentir como se acerca cada vez más y ello
te produce una profunda satisfacción. Solo mirala.
Un
golpeteo llama a tú puerta pero no lo escuchas. Solo escuchas sus
pisadas, solo la miras a ella, solo escuchas su dulce voz que te
dice:
–Solo
mirame.
Los
segundos pasan lentamente, el ambiente empieza a sentirse más
pesado. Sus pupilas brillan a pesar de su negrura, sin embargo algo
ha cambiado en ella.
La
notas diferente, algo cambia; algo no cuadra pero… Te sigue
pareciendo bonita ya que sus facciones son perfectas y nada
eliminaría esas hermosas sensaciones. Solo mirala.
Metido
en el trance por la belleza te percatas de lo que ha cambiado en ella
y… el horror se apodera de ti.
Sus
ojos son completamente negros.
Su
cabello, negro igualmente un color que te recuerda al sufrimiento, a
la desgracia, al pánico, al terror y a todos los horrores que
pasarás antes de tu muerte.
Sombras
se atrincheran en las paredes y emiten sonidos grotescos, la mayoría
son gritos de auxilio que se debilitan a medida que ella avanza.
¿Cuánto
tiempo ha pasado? Ya no importa; solo importa ella.
Y
el tiempo se acabó. Está de pie frente a ti, puedes sentir el frio
que sale de su boca y sobre todo miras sus curvilíneas manos que
acaban en garras limpias y brillantes.
Solo,
no la mires.
Sonidos
guturales emanan de sus boca y te dicen:
–Mirame,
no te haré ningún daño. Solo quiero un pequeño regalo.
La
chica lanza una risa ligera, casi infantil. Con voz temblorosa
preguntas
–¿Qué
clase de regalo?
El
silencio reina en ese lugar, la chica respira lentamente mientras que
tu corazón late estrepitosamente.
Las
sombras de alrededor ahora emiten una especie de fulgor rojizo y sus
lamentos llevan un aire de muerte.
La
chica entonces te toma por el cuello y te lanza contra la pared,
mientras que vuelve a reírse pero… La risa se torna cada vez más
seca, más inhumana, más resonante, más incontrolable.
Tirado
en el piso, intentas huir de ella pero algo te lo impide. Ni siquiera
puedes arrastrarte por el suelo.
Las
luces se apagan…
Una
oscuridad reina sobre todo el lugar pero, tampoco escuchas sus pasos.
Solamente sientes una ligera brisa que se acerca por encima tuyo y
mientras tu corazón se acelera y tu respiración se entrecorta
Logras
sentir unas garras que tocan tus pestañas.
- El Señor Escritor.
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